El anciano que rejuveneció

 “Marchó en silencio a lo largo de la ribera del fragoroso mar y, yéndose luego lejos, muchas súplicas dirigió el anciano al soberano Apolo, al que dio a luz Leto, de hermosos cabellos:”

Guardó silencio a lo largo de ese día, interiorizó sus pensamientos y entonces acudió a su Poder Interior.

El anciano rejuveneció al ir a su interior. Despertó su Poder Interno con la introspección. Revisó sus pensamientos, los fortaleció y su rostro y corazón rejuvenecieron. Al principio le costaba mucho fortalecer sus pensamientos, pero cada que los cuervos y aves de rapiña lo molestaban, él los apedreaba, incluso mató muchas aves de mal agüero. Él sabía en su interior que las aves de  rapiña eran aves del más bajo poder. De hecho no tenían ningún poder sobre él. El único poder que podía afectarlo era el que había dentro suyo. Sólo él tenía esa Llave Poderosa para ser afectado.

El antes anciano y ahora joven ser humano, se dio cuenta que el único Poder que necesitaba, sólo él podía generarlo.  No había otro poder por encima o por debajo de él. Cuando las aves se dieron cuenta que no podían hacerle nada; las aves de rapiña no tenían poder,  entonces dejaron de molestarlo. El joven era muy poderoso. Él creaba todo cuanto necesitaba. Creaba todo su día, creaba sus alimentos, su estado de ánimo, sus sentimientos, sus Pensamientos, su felicidad dependía de él, Sólo de Él.

Estaba sólo en su mundo, pero esa verdad no le agobiaba. Era feliz de estar despierto. Veía todo a su alrededor con una claridad sorprendente. Todo era claro para él. Veía las oscuridades de los otros ancianos, sus fantasmas, sus problemas, sus miedos, sus vacíos, pero no podía ayudarlos. La sanación tenía que salir de sí mismos. La cura y la sanación de los  otros ancianos estaban dentro de ellos. Veía como levantaban las manos al cielo y suplicaban a las aves de rapiña para que los dejaran en paz. Era imposible que las aves se fueran de ese modo pero ellos no lo sabían. Tenían que hacerse la gran pregunta para que les llegara la respuesta. Pero ellos ni siquiera sabían que había que plantearse una pregunta, la Gran Pregunta: ¿QUIÉN SOY?

La vez primera que él escuchó la respuesta, cayó postrado al suelo. Se quedó mudo por una semana. No lo podía creer. Era imposible. ¿Por qué nadie se lo había dicho? ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué nadie le habló de ese Poder Eterno? Resulta que sí le habían hablado de ese Poder pero sus oídos no estaban preparados. No había querido escuchar. No era el momento.

Lo importante era el descubrimiento: Era PODEROSO y nada ni nadie podía detenerlo. Todo en sí era Eterna Paz, Eterna Tranquilidad. Ese Poder era ILIMITADO. Ningún ave de mal agüero tenía Poder sobre Él. Entonces decidió dejar su choza y se puso en camino. Era momento de ver más allá de lo que ordinariamente vivía.

Mientras caminaba,  reflexionó un poco más sobre los otros ancianos. ¿Será que estarían muertos por eso jamás intentaban despertar e ir más allá? Él también cayó muchas veces en manos de las aves de rapiña pero nunca dejó de luchar por despertar. Ahora sabía que no había por qué luchar. Pero, ¿aquellos ancianos? Esa podría ser una verdad. Los otros ancianos o estaban muertos o jamás existieron. Sólo eran reflejo de lo que él era. Quizás las dos cosas. El mundo que veía sólo era su espejo. Ahora veía la podredumbre, veía la asquerosidad, veía con ternura toda su podredumbre que siempre lo rodeó. Entonces surgió en él un amor hacia sí mismo. Se estaba convirtiendo en pleno perdón hacia sí. En plena comprensión, en plena aceptación de lo que había sido, de lo que era y de lo que sería. Pero, sobre todo, de lo que ES, porque creía en el YO SOY eterno. Sabía que jamás moriría, jamás desaparecería. Alguna vez, tendría que cambiar de traje, y seguiría con la Vida.

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