Nada se puede comunicar

"Como el filósofo, pienso que nada es comunicable a través de la escritura"

No vamos a detenernos aquí en detalles de tipo etimológico sobre el verbo comunicar o algún otro término. Sólo diremos que esta frase la encontramos en  la línea 27 del relato: La casa de Asterión. Un cuento escrito por el admirable Jorge Luis Borges en su libro El Aleph.

Volviendo a la frase que colgamos al inicio, diremos que no sólo la escritura es imposible de comunicar sino que, seremos extremistas y afirmaremos que nada es comunicable. Nada. Lo que hacemos cuando creemos transmitir algo es, tocar el recipiente del otro con nuestro instrumento, en ese instante el otro le resuena algo en su recipiente mental y cree entender algo, lo traduce a su manera y vuelve en sí creyendo haber entendido algo.

No sabemos si el color verde que yo llamo verde es así de verde como yo lo veo o es otro tipo de color. No lo sé y nunca lo sabré. Cada uno de nosotros tiene sus propios recipientes para percibir algo que vamos conociendo.

Entonces ¿cómo sabemos que conocemos algo? Lo entiendo así: tenemos un gran recipiente, muy grande, en la medida que comenzamos a aprender, ese recipiente se divide. Por ejemplo: cuando aprendemos las vocales y luego las consonantes, los números, los colores, etc. ese recipiente se divide una y otra vez, en tantos recipientes conforme vamos aprendiendo algo. Nada es comunicable a través de la escritura y nada es comunicable por otra vía. Sólo tocamos la puerta, la otra persona se asoma por su puerta transparente, nos ve, nos escucha, cree que nos entiende y según sus recipientes interiores replica lo que cree haber entendido. Sólo eso.

Decía el sacerdote jesuita Anthony de Mello (Bombay, India): cuando doy una conferencia a 100 personas, en realidad he dado 100 conferencias, ya que cada uno de mis oyentes ha oído una conferencia distinta.

Hoy se habla de una pandemia, de confinamiento. Los medios de información o mejor dicho de "desinformación" transmiten datos. Ellos tocan a tu puerta mental, tú sabrás si en tus recipientes los traduces como miedo, muerte, oscuridad, terror o, prefieres traducirlo como fortaleza, esperanza, unión, familia, Dios, camino, luz. Tú decides qué recibir. Yo te sugiero recibir lo segundo. Pero como decía nuestro amigo guatemalteco Augusto Monterroso: "A todos nos gusta dar consejos y recibirlos, pero lo que más nos gusta es no hacerles caso".

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