Y tu nave?


En la página trece del libro: La vida secreta de la mente, de Mariano Sigman se lee: “Me gusta pensar la ciencia como una nave que nos lleva a lugares desconocidos, a lo más remoto del universo, a las entrañas de la luz y a lo más íntimo de las moléculas de la vida.” La ciencia aquí es comparada con una nave. Una nave que permite conocer lo más grande (el universo) y lo más pequeño (las moléculas). La ciencia es percibida desde un punto de vista positivo (me gusta pensar la ciencia).

Para el autor del libro, la ciencia es como una nave (metáfora). En nuestro caso, quizá no necesariamente pensamos a la ciencia como una nave, ya que es probable que no sea eso lo que más nos apasione. Pero hay algo que sí es seguro. Existe algo que nos apasiona. Existe algo en la vida que podríamos hacer sin que nos pagaran. Nos agrada hacer eso siempre. ¿Qué es? ¿Escribir, cocinar, dar clases, correr, bailar, etc.? No importa. Te apasiona algo y esa es la clave. Ese algo que te apasiona es tu nave. Es una nave que te lleva o te llevará a conocer lo más grande (el universo) y lo más pequeño (algo molecular).

También, es necesario iluminar esta reflexión sobre la palabra “pensar”. “Me gusta pensar la ciencia”.  Este verbo es indispensable en nuestro actuar. La pasión unida al pensar se convierte en algo explosivo. Si por ejemplo te gusta el futbol y piensas en una técnica que sólo tú podrías perfeccionar y practicarla en consecuencia, ello sería algo explosivo, único. Te distinguiría de los demás.

Pensar. Piensa en cómo puedes diferenciarte con esa pasión que ya llevas dentro. ¿Te gusta cocinar? A muchas personas les gusta cocinar y lo hacen bien. Piensa qué sería aquello que te distinguiría de todos los que saben cocinar y que fuera tu sello personal. He ahí la clave de tu realización. Reitero la pregunta: ¿Qué es aquello que te gusta hacer y que tu modo de hacerlo te haga único?

Elaborado por: Juan J. Cabrera Álvarez

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